Dar señales de vida

En alguno de sus diarios escribía Ernst Jünger que por estas fechas escribía a todos sus amigos y conocidos, desde los tiempos de las trincheras de la PGM, si todavía quedaba alguno, y de ese modo enviaba (y recibía) señales de vida. Ahora sería raro hacerlo y no solo porque vivimos todos a la vista de todos y nuestro mutuo alcance y sería raro que no supiéramos anda los unos de los otros, incluso en este tiempo de reclusión y encierro que va a más. No nos hemos dejado de ver. Ya hacía tiempo que nos veíamos más en las redes sociales que cara a cara. ¿Y escribirnos? Eso es ya muy raro. Hasta el tono y la forma han cambiado. Pasó el tiempo del cartero y el de los e-mails incluso. No tenemos mucho que decirnos ni de lo público ni de lo privado que nutre nuestras exhibiciones cotidianas. Nuestros gustos y disgustos están en el aire. ¿Amigos lejanos? Compartimos noticias casi a diario… ¿Damos señales de vida o hacemos ruido y en el vivimos?