Con lo aficionada que es la municipalidad de París a poner placas en todos los edificios donde vivió alguien notable, por muy olvidado que esté, en este del número 4 de la rue Girardon (Montmartre) donde vivió Louis Ferdinand Céline, no hay placa alguna. Recuerdo indeseado e indeseable el suyo. De esa casa salió rumbo a Sigmaringen en 1944 y a Dinamarca luego, para no regresar más que siete años después, cuando fue amnistiado. Entre tanto le saquearon el piso e hicieron desaparecer obra original (se quejaba el autor).
No había placa, pero sí un colibrí sobre la puerta de entrada, un colibrí negro… comme l’enfer?
El taller de su amigo el pintor Gen Paul, un formidable gamberro (en opinión del escritor), de quien esta mañana encontré un autorretrato en el museo más agradable de París, en solitario, y bajo la lluvia,