
Hoy escribo sin muchas ganas el último artículo dominical de mi sección Y tiro porque me toca. La empecé en mayo del año 2002, es decir hace más de veinte años, lo que representa más de 1000 artículos, de actualidad, es decir, hojarasca a la vuelta de unos días. Recuerdo que los artículo empezaron a pasarme factura enseguida. El tono airado, bronco, que admito, lo ponía no yo, o no del todo, sino la actualidad. Recuerdo a un señor duque (y grande de España) diciéndome en tono algo más que admonitorio que con mis artículos dominicales estaba «haciendo mucho daño»; a quién no lo dijo, tal vez porque tenía la boca muy ocupada con un frito de pimiento del Café Roch. Recuerdo los malos modos del velatorio de su hermano Ablitas que había sido amigo mío –el inefable Ruiz de Alda se acordará de esa y otras canalladas de las que fue testigo a lo british–, recuerdo la agresión sufrida con daños, de la que se ríe Iñaki Uriarte en sus falsos diarios, cuando AGP, marqués del Cuarterón, se me echó encima al grito de «¡Puto rojo, puto separatista te voy a matar a hostias!», no lo hizo él, sino su matón, y tampoco me mató, solo me dañó la clavícula (contra un puñado de testigos falsos es muy difícil defenderse). De modo que tuve ocasión de disfrutar de una bonita sucesión de situaciones desagradables. Así hasta que todo un director de museo nacional tuvo los cascabeles de sostener ante quien le quisiera oír, en una cena de gala del diario ABC eso sí, que yo defendía «las tesis de ETA». Los artículos, ya se sabe, les gustaban más a uno que a otros y te lo hacían ver: era el baile del a cara perro, y las puertas más que abiertas o giratorias, se cerraron con y sin ruido. En algún momento, hacia 2012, creí que las cosas podían cambiar, que por fin se iba instalar una forma de gobernar de verdad progresista. Estaba equivocado. Ahora me he dado cuenta de que no solo no cambiaron, sino que han ido, van e irán a mucho peor. La época ha cambiado por completo: derrumbes financieros, ascenso de la ultraderecha, pandemia y sus consecuencias y esta tercera guerra mundial que enfrenta a dos mundos y a dos concepciones de estos. El mundo ya es otro. Es obvio que en estos 20 años he envejecido y mis ganas no son las mismas de entonces. Quienes escriben y quienes leen son de otras generaciones, más jóvenes y con más garra o más afinada visión de las cosas. Estoy cansado, mucho. No me desentiendo de las cosas de mi época, pero me aparto, cojo distancia y me dedico a otros empeños literarios y… ¡eso es todo, amigos!
Entiendo.Pero no es justo.
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Ay, Nicole, la verdad es que no puedo ni con mi alma…
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Salud y ánimo; te he leído a menudo y me ha gustado tu colaboración dominical, le daba a DEIA un interesante toque de interés y diversidad, claro que mi opinión es marginal, la propia de otro rebelde con carácter. Cuidate y disfruta. Salud y libertad, Ostiz.
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En mi opinión, escritores como tú son los que merecen la pena, y te felicito por todo.
Beti aurrera lagun!
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Gracias. Onda segi
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Un saludo. Me imagino que descansarás. Adelante con las decisiones. Gracias por todo el trabajo que has hecho
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Muchas gracias por el texto, está bien decir adiós, da perspectiva, veinte años, muchos y pocos, en este tobogán. Lo que es claro, tu lugar en la literatura por más que parezca no hagan caso, por calidad y diversidad de géneros, es más que relevante. Un placer leerte siempre con acritud y sin ella. Como estos tiempos, canallas que vivimos
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Que veinte años no es nada. Es poco para lo que ha caído y sigue cayendo.
Siguen faltando voces críticas y que escriban bien y con sentido.
Un fuerte abrazo. Miguel.
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