Me acuerdo de esa vanitas vista al paso en un anticuario de la placita Furstenberg ante cuyas vitrinas me detengo con la seguridad de la sorpresa. En el fondo, con o sin montaje, no hay vitrina de anticuario o chamarilero o trapero que no sea una vanitas.
Paris
Rumor de casa abandonada
Rumores de casa abandonada: esas cosas dejadas atrás como si su antiguo dueño hubiese escapado de ellas con fortuna y a mí se me figuran pruebas de cargo, de uno de los peores cargos: son muchas las vidas que están salpicadas de cosas que íbamos a hacer y no hemos hecho, por pereza y porque mañana teníamos mucho tiempo, o porque descubríamos que no nos gustaban tanto como pensábamos o no estábamos capacitados para hacerlas… por ahí quedan los restos.
En la imagen, uno de los mosaicos de azulejos de La Palette, un bistrot de estudiantes hace cincuenta años, un bistrot elegante y caro ahora mismo, en recuerdo de Rafael Ablitas que andaba de méndigo in honoris, aunque a veces se lavaba y acicalaba lo imprescindible para ir, a beber sobre todo (nunca hay que comer con el estómago vacío) y picar algo, en casa de sus primos los Tayllerand-Perigord, París, 1972: Moriremos nosotros también.
Debe estar conectado para enviar un comentario.