Richard

Richard, fúnebre canción de Léo Ferré que hunde sus raíces en una amistad rota, la soledad del bar, del último trago rehusado, tras haberse preguntado por los cuadrilleros, amigos, cómo saberlo, del tiempo ido, si todavía viven… Yo prefiero no acordarme de aquellos cuadrilleros, ni vivos ni muertos, ni de los jolderlines del pueblón, ya he hablado bastante de ellos y de los alcúrnicos de la Cuadrilla Basura también, en Moriremos nosotros también, aunque Richard haga su aparición de reparto junto con el fondista solidario de su hermanito, a quien le pareció bien que le zurraran al amigo Paquito Arizcun, por rojo y por separatista, en Torresmotzas del Baruglio, bajo los porches, no tiene pérdida, por tener los amigos que temía, ahí es nada… Eh, monsieur Richard, el último para el camino!… Ni caso.

La balada del metro sin puertas

la_balada_del_metro_sin_puertas_para_cubierta_prensa-dbc29Tengo la sensación de haber estado en otra parte y de no haberme enterado de casi nada de lo que de verdad me interesa. Como si me hubiese quedado dormido en la sala  de espera  de una estación de ferrocarril y para cuando me he despertado no expedian billetes porque la ventanilla estaba cerrada y el que tenía no era  váido porque ya no circulaba tren alguno y habían quitado hasta las vías. Esto me ha pasado leyendo La balada del metro sin puertas de David Antona González,  libertario, una vida de exilios, trabajos duros, ciudades, Paris, Burdeos, Madrid, personas que inducen a la fraternidad, camaradas… unos jirones de lectura bastan para saber que esas páginas estaban alentadas por «pura vida», sin imposturas. Hay cartas que son mapas, invitaciones a recorrer constelaciones, escribía yo hace mucho,con ciertos libros que caen en nuestras manos de manera inopinada pasa lo mismo, nos ponen en marcha de manera urgente hacia lo que es, sin afeites, nuestro mundo, ese que no podemos poner en duda y del que es mejor no desertar jamás.

«De repente el ruso se puso a cantar. El Metro se llenó de rumores de chopos, de campanas, tañendo en la madrugada, de ríos infinitos que acarreaban troncos, sueños, barcas solitarias; de hombres y mujres que caminaban en silencio, que encendían luces erráticas y cantaban con voces graves y nostálgicas»

Y para hacerle compañía, este fragmento de Léo Ferré en «Poétes… vos papiers!»:

«Divina Anarquía, adorable Anarquía, no eres un sistema, ni un partido ni una referencia, sino un estado de ánimo.  Eres la única invención del hombre, y sus soledad, y lo que le queda de libertda. Eres la avena del poeta.
A vuestras plumas, poetas, la poesía pide socorro, la palabra Anarquía está escrita en la frente de sus ángeles negros, no les cortéis las alas!  La violencia es lo propio  del músculo, los pájaros en sus grtios de desamparo toman prestada la violencia musical.  Los cantos más hermosos  son cantos de reivindicación. El verso debe hacer el amor en la cabeza de las poblaciones.  En la escuela de la poesía no se aprende: se lucha.»

Ha muerto David Antona González

La Dulce Venecia (Diario volátil)

P1050002Estaba ahí hace nada y Ramón Irigoyen, a final de los setenta, cuando era vecino encantado del barrio, le dedicó uno de sus poemas de Cielos e Inviernos (1979), para mí uno de los dos grandes libros de poesía de la década de los setenta, el mejor de los de su generación desde luego. Ahora es otra cosa, al local me refiero. La ciudad cambia, tú envejeces, te acomodas como puedes a los cambios, los celebras, pero a oscuras, a puerta cerrada, te quedas traficando con tus recuerdos, confundes las cosas, loqueas y sonríes, porque sabes que en ese territorio eres inalcanzable, creas otro mundo que solo se parece de lejos al que fue, un mundo a tu medida, cada día distinto incluso, que no te pueden quitar. Son las especias intensas de la imaginación las que dan verdadero sabor al plato de grisalla cotidiana: «Soy el portavoz de un mundo perdido, presente para mí», lo canta con ferocidad Léo Ferré en Et basta! A menudo escucho ese monólogo. Me reconforta… no es poco. Ahora mismo no es poco encontrar algo que te reconforte.