¡Apaga luz, Mariluz…!

Estos días pasados me he acordado de esa canción que tanto me gustaba en mi infancia (y también luego). La llegué a escuchar en Sucre, capital de Bolivia, cantada y tocada con entusiasmo, buenas voces y maestría de guitarras y charango, una noche de farra de canónigos ilustrados: ¡Apaga luz, Mariluz, apaga luz,/que yo no puedo dormir con tanta luz… /Los borrachos en el cementerio/ jue-gán al Mus! De niño, la letra de esa canción me parecía algo fantástico, tanto que cuando pasábamos por el camposanto, yo miraba entre las tumbas a ver si estaban por allí los borrachos baraja en mano. El tiempo pasa, los recuerdos quedan. La sombra crece dentro de la conciencia si la conciencia no crece en la sombra (Don José Larralde). Sigo.

Ahora vamos sabiendo que los borrachos de profesión u oficio anidan en la sede de la Comunidad de Madrid y más que apagar las luces, quieren encenderlas a todo trapo para beneficio de las eléctricas. Una gamberrada más. El Gobierno, al alimón de otros países europeos que se ven más pronto que tarde con el agua al cuello, dicta una ley de restricción de energía, pero, vaya por Dios, la banda que anida en la Comunidad de Madrid arma bronca, soltando un nuevo chorro de estupideces e incitando a la ciudadanía a incumplir una ley que establece unas medidas pedidas hace nada por la propia derecha. Es su mejor autorretrato: son irresponsables y asociales (Caso Residencias de Ancianos), pero se sienten protegidos por una magistratura deteriorada que les consiente todo. 

 El Gobierno por su parte saca pecho y dice que las leyes están para cumplirlas, aunque nunca diga cómo puede obligar a hacerlo a quienes viven en el motín tabernario permanente, y las carcajadas que salen por las ventanas de la antigua Dirección General de Seguridad se oyen hasta aquí, estén o no provocadas por quemapechos o tragos finos, a los que parece que es tan aficionado el Rodríguez, ese violento y maligno Padre José de París (la Eminencia Gris del cardenal Richelieu)  que mueve los hilos de la IDA o le recarga las pilas cuando la disfraza de conejo para los anuncios de Duracel. Me gustaría mucho saber qué es lo que de verdad hay detrás de esta pareja de maleantes y quienes manejan los hilos de la camorra permanente en propio beneficio supongo, porque si esto no es para obtener beneficios no pasa de ser un permanente alboroto de beodos que se tiran cuescos en su taberna, para risión de la concurrencia, a los que no les importa enviar a quien sea al cementerio y no precisamente a jugar al mus ni bien bebido. Caso Residencias de Ancianos durante la pandemia, insisto.

Vienen tiempos de restricciones serias –en otros países hablan ya de economía de guerra–, como ya han venido los de la inflación imparable que amenaza con complicar de manera seria la vida de varios millones de ciudadanos. Los precios de lo más elemental aumentan de día en día. Está visto que con leyes o sin ellas, vamos a pasar frío y a padecer calor (hemos perdido la costumbre), y va a bajar  el nivel de vida por insostenible, pero  aquí, en lugar de economía de guerra o guerra a secas, tenemos asegurado el esperpento, la mojiganga, los escaparates, las puertas gayolas, los hele, hele, las corbatas… y los tanques (40) que iba a mandar el Gobierno de estos tartufos a Ucrania, pero que tras sacar pecho y ponerse en plan Capitano della Valle Inferna, se entera de que los carros de combate que tiene España solo sirven para chatarra y son un peligro para quienes los usan… ¿Los propios soldados españoles? ¡Carajo! Muy fuerte… y muy serio.

Esperpento y despropósito que no cesa, por parte del Gobierno y de su oposición beoda con sus al parecer inagotables pilas de mosca cojonera sin otras luces que las de la mala intención. Charanga y pandereta. Mete miedo lo que pueden hacer estas moscas y estos borrachos si salen del camposanto y se instalan con botellas y barajas en la Moncloa. ¡Apaga luz, Mariluz, apaga luz, que yo no puedo dormir con tanta luz…! Y así vamos tirando.

Adiós al rompeolas…

El camino de regreso se emprende cuando menos te lo esperas. A mí me lo ha sugerido la decoración policial de esa cafetería, hoy a mediodía. Me parece que de aquel Madrid rompeolas de todas las Españas del que hablaba Machado queda poca cosa… o mejor nada y no hay quien cite ese verso y olvide el resto, como sucede con otros autores de la generación de 1927. El poema fue escrito el 7 de noviembre de 1936, y dice así:

«Madrid, Madrid, ¡qué bien tu nombre suena / rompeolas de todas las Españas! / La tierra se desgarra, el cielo truena, / tú sonríes con plomo en las entrañas».  

Así las cosas, llama la atención que de esos versos se haya apropiado una ya temible derecha como emblema de una patraña nacional como es la de que Madrid es la patria de todos o peor aun, que tiene que ser la patria de todos por fuerza, porque no queda otra, el faro orientador de un ser español que más que al convenir y al convivir, invita a retirarse en busca de climas más favorables, u otros, de otras culturas donde también cuecen habas. No resulta muy simpático el ver cómo una parte importante de la ciudadanía traga con la corrupción de sus gobernantes y la absuelve porque son sus ladrones, sus hampones, y para defender un vago modelo de régimen autoritario se escuda en patrañas de mala intención, sabiéndolo o por contagio, por completo manipulada por unos medios de comunicación deshonestos y en el descrédito de todo aquel que disienta de su relato del presente, del pasado y de un futuro más temible que otra cosa en sus manos. Negar y negar la evidencia del fraude y las actuaciones criminales, confiando en que los jueces echarán un capote… qué miseria, sí, pero una forma de vida nacional ya muy arraigada.

Estaba escribiendo un libro sobre esta ciudad, que fue una fiesta, una gran parada y hasta cuando me vinieron mal dadas, hace ya mucho, un refugio, pero ahora mismo dudo de que lo termine y sobre todo de que sea turístico, castizo y comercial, y no un alegato, un panfleto incluso.

Tufos de tarasca

No por estar la Tarasca bailando ahora mismo en otra comunidad resulta por ello menos amenazante. La política española corre el riesgo de caer en el autoritarismo más descarado de la mano de la mala intención  y de una extrema estupidez representada eficazmente ahora mismo por la IDA al asalto no ya de la presidencia de su partido, sino de la presidencia del Gobierno y de la mano de la extrema derecha que ve con ella la oportunidad de entrar en él y hacer de las suyas. Corta de luces y chabacana, sin complejos,  Isabel Díaz Ayuso, la IDA, representa una nueva forma de hacer política que es viejísima o cuando menos muy vista. El suyo es un discurso político bronquista hecho a base de «mentiras, insultos, desfachatez y obscenidad», como señalaba un comentarista político hace nada. Sin escrúpulos y como representante de una masa social que en ella se aplaude a sí misma, que con ella ha conquistado una forma social en la que se encuentra cómoda. No está sola. Tiene hasta cabezas pensantes que la apoyan a sabiendas de su cortedad de luces. Alguien le escribe sus monumentales sandeces, sus proyectos de una sociedad peor.

Todo conspira para el desgaste del actual Gobierno: el golpe blando y continuado de los jueces, amos indiscutibles de la situación, el golpe mafioso de las eléctricas que advierten sin lugar a dudas de su poder político, el deterioro intencionado de los servicios sociales cargado de inmediato en el Gobierno de coalición… Gracias al desparpajo de una juez, la IDA se ha librado de la responsabilidad de lo sucedido en las residencia de ancianos que ella admitió en público gestionar: los testimonios aterradores de los ancianos sobrevivientes no sirven para nada. Han entrado en el terreno de las noticias falsas, las leyendas urbanas y los rumores. El discurso político de esta gente es hacer de la verdad, patraña, y viceversa.

Te repites, pero es que la realidad lo hace con insistencia abrumadora. Hartos. Baldados. La agenda mediática, el pase de hechos al que tú asistes como espectador, gira en torno a los mismos o muy parecidos despropósitos.  Tú te limitas a aplaudir, a abuchear o a patear la función. No hay mucha diferencia entre el comentario de pretensión sesuda o sarcástica, y la alborotada pileta de voraces murenas que son las temibles redes sociales.

         Y ahora Madrid y la madrileñofobia, que no es otra cosa que el rechazo por parte de madrileños y de quienes no lo son, pero temen ser tratados como tales, a una política más autoritaria y violenta que neoliberal, que también. Una banda de macarras con mando en plaza.  

Madrid, «rompeolas de todas las Españas», escribió Antonio Machado en un poema de guerra. En boca de la IDA, Madrid es faro, ahí es nada, faro de la España rojigualda, la una, española y muy española, la grande  y la libre, sí, pero de terrazas y cañas mil, en el que quiere encaramarse todo el mundo. Un cuadro  que así pintado mete no sé si miedo o asco. La IDA, ensoberbecida y encanallada de palabra, resulta amenazante con sus dislates porque si ahora mismo ve el milagro de un Madrid lleno de madrileños, ya hace tiempo que piensa en una estado español lleno de lo mismo y solo de eso, a sus madrileños me refiero, a los que ella considera buenos españoles, los auténticos, como el gandul de Abascal, que tienen la sagrada misión de borrar del mapa a los malos españoles que todavía son muchos, demasiados, pero no tantos como para tener una cómoda presencia parlamentaria que aleje el peligro de una involución política y social de envergadura, de cosecha propia y de reclamo de la extrema derecha que reclama sus medidas políticas a cambio de sus votos, hoy la memoria histórica, mañana la ley LGTBI, pasado las viviendas sociales o las prestaciones ídem, que pasarán a fondos buitres. Ellos no gestionan sentimientos, cierto, cierto, solo sus cuentas corrientes y las de quienes les mantienen en el poder. Madrid como negocio, como patio monstruoso de Monipodio. En sus manos peligran  las conquistas autonómicas y los derechos generados en su desarrollo. Todo lo que se haga para impedirlo será poco.

*** Artículo publicado en Diario de Noticias, de Navarra, y otros periódicos del Grupo Noticias, 19-IX-2021

Circo siniestro

 

Entre Díaz Ayuso, la IDA mayor del reino, y el mogollón de las Rocíos Carrascos y demás florida parentela, actores de sí mismos, no hay para mí diferencia alguna. Opinión muy subjetiva la mía, sin lugar a dudas, pero estimo que tanto la una como los que a sus lágrimas han salido a la pista pertenecen por derecho propio al circo de la vida pública española, a este siniestro espectáculo de variedades arrevistadas y casposas, que se renueva a diario sobre madres viejas. Por mucho que, al menos durante unos días, se haya hablado de la violencia de género y sus formas de ejercerla, el circo mediático en manos de desaprensivos ha terminado por tragarse la necesaria denuncia, porque todo lo que se hable será poco, o relegándola  a un muy segundo plano.

Un espectáculo siniestro, cierto, en el que, encima, espectadores y actores a nuestro pesar, como en happening de lujo, nos jugamos la vida con una mascarilla en el morro y un canguelo en el cuerpo que aumenta de manera imparable conforme el estado de calamidad se alarga. Puede un diputado mofarse de los daños psíquicos que la pandemia está provocando en la ciudadanía, pero eso y al margen de que le retrate, no es sino un intento más de ocultar una realidad no atendida: las secuelas del COVID-19, cuyo alcance se percibe de difícil curación. Miedo, inquietud, ansiedad, depresión… fueron motivo casi de chiste hace un año, eran una novedad para muchos, sobre todo para quienes no vivían con el agua al cuello; ahora son severas para los más desfavorecidos y para quienes no lo son. Con las fobias sociales ha sucedido lo mismo. Aquello de vivir encerrados era una sorpresa que nos ponía a prueba. Ciudadanos zarandeados por el miedo y políticos a cubierto a quienes eso les hace gracia o provoca criminal indiferencia.

¿Qué pasa con aquella debacle económica anunciada hace un año? Yo al menos no tengo ni idea. Tal vez esté más pendiente de los culebrones que me ofrecen entre la Ayuso y sus poses de Fierabrás femenino, capitana Spavento Della Valle Inferna de un esperpento nacional, que se escribe solo, ya Valle-Inclán está de más. No le harían caso.

¿Hay o no vacunas fiables? Yo no lo sé, pero espero que quien las administre lo sepa y no diga un día una cosa y otro, otra. De esto sabe mucho la Ayuso que, ¡Anda la bomba!, abre el cierre perimetral de Madrid en plan faena torera brindada a la sombra de la peor derecha… frente a un cerco de comunidades cerradas. Bomba. Circo. Acosar al Gobierno, que de eso se trata, con toda la mala fe que se pueda; la salud queda en muy segundo plano. Qué viejo y gastado suena todo esto.

Estamos en riesgo extremo, lágrimas pues, y risas, y aplausos y pitos a las pendejadas malintencionadas de la Ayuso con sus hospitales, sus muñecos y sus patrañas, y si la IDA no basta para cubrir la función que pase a pista ese botarate de VOX que hablando del calentamiento global, dice, escuchen, escuchen: «A Siberia o a Canadá les vendrán bien un par de grados más […]  Hoy en día mueren de frío 17 veces más personas que de calor. Por lo tanto, que se caliente un poquito el planeta reducirá muertes por frío». Botarate o criminal, eso a gustos. ¿Muertes por frío? La pobreza energética de una parte de la población española que pasa frío en invierno se debe a la política neoliberal, criminal esa sí, que representa el político de VOX.

Estamos en riesgo extremo, al menos algunos. No sabemos cuándo va a parar de verdad el estado de alarma que nos tiene comida la moral, y Vox se va a Vallecas a buscar camorra, y la encuentra claro. Es decir, que fue a tiro hecho. Lo necesitaba. Sin camorra son poca cosa. Es necesario rasgarse las vestiduras con algo, preferiblemente con la violencia de los rojos que, como se sabe, quieren ahorcar a toda la parroquia con cuerdas de piano, como me decía un pariente que estaba a uvas sordas después de una noche de tragos con los fascistones del pueblón. Circo. Siempre. Con poca gracia. Por mucho que te rías. Es mejor preguntarse de qué te ríes.

*** Artículo publicado en Diario de Noticias, de Navarra, el 11-III-2021, y en otros periódicos del Grupo Noticias.

 

 

La Ida

el-mundo

Trop c’est trop, de acuerdo, pero demasiado es algo más que demasiado… algo más que un tornillo de menos.
¿Es Madrid el despiporre? Si no lo es, al menos lo parece gobernado por este grotesco personaje.
A las estupideces, faltas de elemental cordura y boca de pésima intención de la IDA, le siguen sus  actuaciones grotescas propias de una barraca de feria.  Indecencia intelectual la suya, ética dudosa… hay dónde escoger. Lo que sus mamporreros están vendiendo es una Mater Dolorosa que sufre por sus gobernados, algo de un canallesco que tumba, pero… eso es lo malo, el pero… 6.782 fallecidos en residencias de ancianos de la Comunidad de Madrid por ella presidida, de los que 5.688 lo han sido por coronavirus. ¿Cada semana cierra un negocio? ¿No será cada pocos minutos? ¿A qué cifra asciende el número de parados de la Comunidad de Madrid? ¿Y la de personas sin hogar ni otra asistencia que las colas de la caridad?
El posado es de vergüenza ajena, pero tan repetidas las actuaciones de esta orate que se hacen tendencia. Parece mentira que un personaje de esta catadura sea titular de tareas políticas, pero no creo que sea mera casualidad. Está claro que a sus majaderías y muestras de poco seso, quienes la sostienen y manejan, le sacan réditos políticos: que esté en el candelabro es mejor que esté en el tiro al mono con pelotas de cifras, patrañas e indecencias políticas imperdonables.