Barcos en botella (Valparaíso)

El de la imagen no estaba en venta. Una pena. Hubiese sido un buen recuerdo del Puerto. Formaba parte de la decoración del escaparate de una ferretería en el día del mar. Es el único hermoso que logré ver porque todos los demás querían ser y no eran. Alcancé a ver unos en Isla Negra, pero me venció la pereza de las colas y de la mala gana y peor fe de las mozas que atendían aquella barraca de feria nerudiana. Neruda y su preciosa «Oda al buque en la botella»

la verdad
es que nadie
lo construyó
y no navegará sino en los sue-
                                      [ños. 

Gonzalo Torrente Ballester –¿Quién se acuerda? Cada día que pasa más olvidado– y los barcos encerrados en botellas que excitaban su imaginación y le empujaban a la escritura. Barco en botella el de la taberna Panama, de La Havre, en la película El muelle de las brumas, de Marcel Carné. Cacharrería de la iimaginación, fetiches de la soledad y de una intimidad silenciada.

Rodolfo, el del Cinzano

Rodolfo era el barman del Bar-Restaurant Cinzano, de la plaza Aníbal Pinto de Valparaíso, ya cerrado después de un siglo: aparece en el fondo de una fotografía de Martín Chambi. Preparaba unos pisco sour fabulosos, y uno detrás de otro, a veces acompañados por choros o loquitos con mayonesa de bote, pero qué importaba. Era mejor la conversación, las historias truculentas de cogoteros del Puerto, de aparecidos del vecino Cementerio, del mundo de antes y del de después que ya no era igual… ¿Qué habrá sido de él? «¡Se nos perdió, pow!», me decía cuando me veía aparecer de nuevo a la hora del aperitivo. En esa barra conversé mucho con el capitán Oliva, gran bebedor de cañas de Canepa, que me contaba de sus viajes de Oregón a Punta Arenas y de su familia, a la que Pinochet había enviado a hacer turismo a Suecia. Bilis negra, llevo rato con ella, escribiendo sobre el Valparaíso vivido hace años, leyendo episodios biográficos de Neruda (más siniestros que otra cosa) convertido en santón, rodeado de cadáveres literarios y no literarios, escribiendo versos y escuchándolos declamados por el actor Roberto Parada, padre del sociólogo José Manuel Parada, uno de los degollados por carabineros de Chile en 1985 que nunca cumplieron las condenadas que les fueron impuestas muchos años después del asesinato….

«Volveré a vivir tu encrucijada», escribió Neruda de manera sentenciosa en su poema «El fugitivo», escrito desde su escondite del Cerro Los Placeres en 1947 (la persecución de González Videla):
Eres la montañosa
cabeza capital
del gran océano
y en tu celeste grupa de centaura
tus arrabales lucen la pintura
roja y azul de las jugueterías

              

Escaleras de Valparaíso (Sergio Larraín)

Sergio Larraín, Valparaíso, 1963.

Según Neruda quien haya recorrido todas las escaleras de Valparaíso habrá dado la vuelta al mundo. Ni sé la e veces que habría pasado por esas de la fotografía, aunque ahora las vea más de bajada que de subida, como un emblema de Emboscaduras o de declive imparable, eso, como todo, a ratos.

Ese Sergio Larraín que joven y exitoso fotógrafo lo deja todo y se retira a una pequeña población de la precordillera chilena para meditar y vivir de acuerdo con la naturaleza, al margen… gran sitio ese.