Soliloqueos de Leopold Bloom

No conocía esta traducción de Ulises, del profesor García Tortosa que ese tipazo de Ian Gibson decía que era la mejor que hay en castellano. Me he hecho con ella estos días y estoy leyendo y disfrutando como nunca no con los monólogos, sino con los soliloquios (soliloqueos* también) de ese Leopold Bloom que se me aparece como un pobre diablo, sí, pero uno di nos, uno cualquiera de nosotros, zambullido en sí mismo, yendo de la vida a la muerte, y vuelta, de la risa al llanto, de los apremios domésticos a las ensoñaciones, de la piedad a la tímida maledicencia, sintiéndose de más, fuera de lugar hasta a pie de fosa, temiendo que esta sea la propia…. A Joyce le inquietaban los efluvios cadavéricos eso me queda claro, la pobre de las postrimerías.

* ¿La historia? «Pesadilla de la que nunca despiertas» (7/155 y 2/38)

** Soliloquio: loquear en solitario, quedó dicho en otra parte.

Ulises, por Eduardo Arroyo

Esta mañana anduve de librerías por el centro a la búsqueda de la novela de Sergi Bellver, pero me he tropezado con esa joya. Es una edición fabulosa. Esta es, digamos, la edición completa porque han caducado o van a caducar los derechos de Joyce, de modo que el libro que estaba esta mañana en las librerías, saldrá, según los créditos, el mes que viene…
Arroyo se trabajó mucho este nuevo libro antes de fallecer, cuando supo que iba a ser una realidad la edición en castellano y en inglés una vez no hubiera problemas con los herederos.
No solamente disfruto con el texto, ese divertidísimo (al menos para mí) capítulo 13, por ejemplo que he releído esta tarde, sino que las ilustraciones de Eduardo Arroyo me parecen soberbias, tanto las que son en color en color y a todas páginas como las pequeñas viñetas en blanco y negro que ilustran los márgenes.
El mundo de Joyce puede seducirte de tal modo que ya no te despegas de él. Y eso parece que le pasó a Eduardo Arroyo. Como me ha dejado dicho el boliviano Edgar Arandia Quiroga, se puede frecuentar abriéndolo por cualquier parte con la seguridad de verse atrapado en alguna burla o en alguna expresión o idea sorprendente. Torrente Ballester decía que lo leía todos los años. Algunas de sus apreciaciones de El Quijote como juego pueden aplicarse al Ulises.
La edición que se emplea es la Salas Subirat de la que hablé hace poco. Me gusta mucho una edición de esa traducción hecha por Eduardo Chamorro, y he leído la de Valverde y la de Marcelo Zabaloy.
Arroyo es un pintor que me gusta mucho, alguien que me hubiese gustado conocer (por lo que me han contado sus amigos) y tratar. Un artista pintor y escritor que ha dejado páginas hermosas: Minuta de un testamento, sus impagables memorias. Arroyo tenía un mundo literario muy rico y llevó una vida intensa allí donde fuera a parar.

La historia del libro viene pormenorizada en este artículo de Ruiz Matilla en El País.

Música, tristeza y ese pozo sin fondo

«Demasiado poético eso de la tristeza. Culpa de la música. La música tiene un encanto, dijo Shakespeare. Citas para todos los días del año. Ser o no ser. Filosofia barata.» Ulises, cap.11, Sirenas, traducción de Marcelo Zabaloy.
 
La cita no es de Shakespeare, anota el traductor editor de ese pozo sin fondo que es el Ulises.
 
Torrente Ballester dejó dicho en varias ocasiones que leía todos los años el Ulises. Lo mismo me dijo Ian Gibson un día dichoso que conversamos en Recoletos con una morterada de cañas sobre la mesa: Ulises y la Recherche, y sus sentinas literarias que son muchas. Gibson hablaba con un entusiasmo contagioso. Me gusta esa gente capaz de  contagiar lo que ama y su forma de amar las cosas: pura vida, así dicen.