Estar pasado de moda (El tranvía fantasma)

Este fotograma, y en general toda la escena del encuentro entre esos dos escritores difuntos, de la película Días de campo, de Raúl Ruiz, está en el origen de mi artefacto narrativo El tranvía fantasma; un relato complejo, ilustrado, comentado, difícil sin duda en tiempos de deficit de comprensión lectora. Sé que desafino a conciencia. Una apuesta que no me importa perder, con haber lanzado el desafío me conformo. Don Federico, el viejito de la izquierda, piensa que toda novela es sueño y así lo dice cuando todo el mundo le pregunta por cómo va su novela, y él dice ahí va, despacito… Pasas de moda y falleces también, pero no por fuerza lo uno va con lo otro. Puedes pasar por completo de moda en vida y verte en la cuneta de la popularidad. ¿Y? Nada. Recuento de difuntos el mío, episodios de vidas imaginarias o así vividas, que ya fueron contadas incluso de otra manera, cortejo de sombras que suben y bajan de ese tranvía a voluntad. Descansaré el día que me lleguen ejemplares del libro.

El tranvía fantasma

n

Empezó el trayecto hace unos meses, pero por una razón u otra el viaje ha sido más largo de lo que esperaba, sobre todo porque era de ida y vuelta, y dale de nuevo, de Aduana a Cardonal, y a donde me venía bien, lo mismo hemos pasado por la Travesía de la Comadre, que por La Parroquia, ese bar portátil que, al decir de Raúl Ruiz en Días de Campo, abrirá sus puertas en el futuro, sin desdeñar bares dublineses y callejones de Biargieta.

Asomémonos a T. S. Eliot cuando habla del tiempo:

Tiempo presente y tiempo pasado
se hallan quizá presentes en el tiempo futuro
y el tiempo futuro dentro del tiempo pasado.
Si todo tiempo es eternamente presente
todo tiempo es irredimible.
Lo que pudo haber sido es mera abstracción
quedando como eterna posibilidad
solamente en el mundo de la especulación.
Lo que pudo haber sido y lo que fue
apuntan a un solo fin, que está siempre presente.

(La cubierta es provisional, pero imagino que el libro estará en las librerías a comienzos de otoño)

Y así vamos tirando…

Recogiendo velas

Por fortuna estamos teniendo unos días muy luminosos y eso que, por las tardes, de la parte francesa entran unos nubarrones espesos que el puerto de Otsondo detiene, acompañados de un viento helado que ese, en cambio, pasa. Hasta los milanos reales que han estado bailando al sol, reales se recogen. Toca recoger velas y hacer el bulto, y despedirse del paisaje con marcha de pompa y circunstancia. Ha habido que podar el sauce tortuoso para que coja forma informe, las hortensias y el viejo y poderoso manzano. Lo demás puede esperar. No nos habíamos dado cuenta de que ha pasado un año desde la última poda. A la vuelta seguiremos con los trabajos. Ahora mismo, la tierra está helada y no he podido plantar lo que quería: bambús. Es igual, esos agarran hasta en sueños. De sueños ando escribiendo, en la estela de esa película gloriosa que es Días de campo, del chileno Raúl Ruiz: todas las novelas son sueños, dice don Federico, coleccionista y criador de fósforos, cuando le preguntan por cómo va la suya. De sueños y de funerales nacionales, y de muertos en extrañas circunstancias, que dice la prensa cuando toca.