
Este fotograma, y en general toda la escena del encuentro entre esos dos escritores difuntos, de la película Días de campo, de Raúl Ruiz, está en el origen de mi artefacto narrativo El tranvía fantasma; un relato complejo, ilustrado, comentado, difícil sin duda en tiempos de deficit de comprensión lectora. Sé que desafino a conciencia. Una apuesta que no me importa perder, con haber lanzado el desafío me conformo. Don Federico, el viejito de la izquierda, piensa que toda novela es sueño y así lo dice cuando todo el mundo le pregunta por cómo va su novela, y él dice ahí va, despacito… Pasas de moda y falleces también, pero no por fuerza lo uno va con lo otro. Puedes pasar por completo de moda en vida y verte en la cuneta de la popularidad. ¿Y? Nada. Recuento de difuntos el mío, episodios de vidas imaginarias o así vividas, que ya fueron contadas incluso de otra manera, cortejo de sombras que suben y bajan de ese tranvía a voluntad. Descansaré el día que me lleguen ejemplares del libro.
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