JOSE SALAMANCA, UN RECUERDO BOLIVIANO

A JOSÉ Salamanca lo conocí como gran charanguista y acullicador gracias a Ramón Rocha Monroy en la noche del CocafÉ, de cochabamba. luego me enteré DEque había sido paramilitar y torturador en la dictadura de Banzer y había protagonizado horrores que andaBAN HACE POCOS AÑOSpor Internet. NOSE POR QUE, PERO ME COGIO AFECTO. NO MENDIGABA AUNQUE ACABARA VIVIENDO COMO TAL. TENÍA UNA LEJÍA DE REGALIZ MUY RICA PARA ACOMPAÑAR EL PIJTU DE COCA. TOCABA MUY BIEN EL CHARANGO Y HABIA COMPUESTO PIEZAS MERITORIAS, «AMAZONIA UNA DE ELLAS. CLAUDIO FERRUFINO SABE DETALLES DE LO QUE DIGO, Y RAMON ROCHA TAMBIÉN.

Retorno a Brideshead 40 años después

está detrás de La quinta del americano, por muy hermosas que sean las imágenes. La película no ha cambiado, yo he envejecido y mis entusiasmos y curiosidades son otros. El esnobismo me repele, tanto como a Chesterton cuando habla de los estetas y de los caballeros decaídos y las novelas aristocráticas y solo eso. El tiempo también es otro y nosotros con él, y aquellos ochenta, más felices que otra cosa, si recuerdo a los amigos y andanzas de entonces, me quedan lejos.  Yo fumaba en pipa, como Charles Ryder, una estupenda Astleys que me trajo de Londres mi amigo Pedro de la Sota. Ahora no fumo, ni en pipa ni habanos. Con mucha nostalgia lo digo…Voy acostumbrándome a estas decepciones menores conmigo mismo y al vacío que las acompaña; pero ese he sido, me guste o no

Mis empeños de entonces: los versos de Travesía de la noche, y De un paseante solitario y losdeReinos imaginarios y mi novela el Pasaje de la luna, (1984).  Había decidido dejar mi trabajo de abogado y dedicarme a la literatura, asi, a lo grandegracias a la publicación de mi novela en la editorial Trieste y al apoyo de Carmen martin gaite y de juan Manuel Bonet.

La calle Salsipuedes

Ese iba a ser el título de un ramillete de recuerdos, vulgo memorias que iba a escribir, hasta que me di cuenta de que mi vida no tiene nada de extraordinario ni de ejemplar, sino que es de una mediocridad aplastante. Recordé lo que decía  Chesterton: “la malsana y degradante tarea de contar la propia vida”. Cuando le da por contar la suya opina que esta está a medio camino entre el misterio y la novela de aventuras románticas. sólo así se puede llegar a viejo sin aburrirse….Lo cierto es que repare en que al menos mi adolescencia y juventud estaban salpicadas de episodios bochornosos que hacían bueno el verso de George Seferis «allí donde la toques, la memoria duele». Me alegro de que mis hijos no hayan tenido que pasar por semejantes episodios. Puedo contar el porqué de mi dedicación a la literatura y a la escritura sin recurrir a dolorosos episodios que he ido  viviendo olorosos y prefiero ahorrarme esos malos tragos. Enmascarar los recuerdos para ponerme en escena con la mejor cara posible, eso menos, al margen de que mucho lo he contado ya en mis novelas de evidente componente autobiográfico y que me hacen daño: no hay tonto que se los coja entre dos peñas.

**+++ la ilutración es de un libro muy querido que está en paradero desconocido y del que hablo en otro proyecto: Nieve de ayer.  

Léo FERRÉ

LÉO FERRÉ, POETA, MÚSICO DE LOS TIEMPOS DE BORRASCA. AQUÍ RETRATADO POR JODÉ CORREA

SUELO ESCUCHARLO CUANDO ESTOY BAJO LA NUBE ET BASTA ! POR EJEMPLO.ME LEVANTA LA MORAL O PREFACE SOBRE LA POESÍA CONTEMPORANEA, QUE NO TIENE DESPERDICIO: LA POESÍA ES UN CLAMOR

La poésie contemporaine ne chante plus, elle rampe
Elle a cependant le privilège de la distinction
Elle ne fréquente pas les mots mal famés, elle les ignore
On ne prend les mots qu’avec des gants
À menstruel, on préfère périodique
Et l’on va répétant qu’il est des termes médicaux
Qui ne doivent pas sortir des laboratoires et du codex

Le snobisme scolaire qui consiste, en poésie
À n’employer que certains mots déterminés
À la priver de certains autres
Qu’ils soient techniques, médicaux, populaires ou argotiques
Me fait penser au prestige du rince-doigts et du baise-main
Ce n’est pas le rince-doigts qui fait les mains propres
Ni le baise-main qui fait la tendresse
Ce n’est pas le mot qui fait la poésie
Mais la poésie qui illustre le mot

Les écrivains qui ont recours à leurs doigts
Pour savoir s’ils ont leur compte de pieds
Ne sont pas des poètes, ce sont des dactylographes
Le poète d’aujourd’hui doit être d’une caste
D’un parti ou du Tout-Paris
Le poète qui ne se soumet pas est un homme mutilé

La poésie est une clameur
Elle doit être entendue comme la musique
Toute poésie destinée à n’être que lue
Et enfermée dans sa typographie n’est pas finie

léo ferre

BIBLIOFILO Y OTROS, SEGÚN ciryl CONNOLLY

LO COMPRÉ Y LEI EN SAN JUAN DE LUZ EN NOVIEMBRE , CUANDO VIVÍA EN EL 1 DE LA RUE DE LA CORDERIE LEGEKO ETXEA. EN ESTA MÍNIMAFICCIÓN MEMORIOSA CONNOLLY HABLA DE SU PROPIA MANÍA DE REUNIR LIBROS DE SUS AUTORES FAVORITOS, YA SEA JOYCE O HOPKINS Y DEL MODO DE CONSEGUIRLOS, SIN EXCLUIR EL HURTO, PERO TAMBIÉN AÑADE OBSERVACIONES LUMINOSAS SOBRE SU PASIÓN LECTORA COMO ESTA: LOS QUE AMAN ARDIENTEMENTE LOS LIBROS CONTITUYEN SIN SABERLO UNA SOCIEDAD SECRETA, EL PLACER DE LA LECTURALA CURIOSIDAD HACIA TODO Y UA MALEDICENCIA SIN EDAD LOS UNEN.

SUS ELECCIONES JAM´S SE CORRESPONDEN CON LAS DE LOS COMERCIANTESNI VON LAS DE LOS ACADÉMICOS. NO RESPETAN EL GUSTO DE LOS OTROS. VAN A ALOJARSE EN LOS INTERSTICIOS Y LOS REPLIEGUESLA SOLEDAD, LOS OLVIDOS, LOS CONFINES DEL TIEMPO, LAS COSTUMBRES APASIONADAS, LAS ZONAS DE SOMBRA, ES DECIR EN LO QUE NO ESTÁ DE MODA, LOQU, EN OCASIONESLES CONVIERTE EN DETECTIVES LITERARIOS.

ELLOS SOLOS FORMAN UNA BIBLIOTECA DE VIDAS BREVES. SE ENTRELEEN. EN EL SILENCIOA LA LUS DE VELAS, EM EL RINCÓN DE SU BIBLIOTECA, MIENTRAS QUE LA CLASE DE LOS GUERREROS SE MATAN ENTRE ELLOS CON ESTR´PITOY QUE LA DE LOS COMERCIANTES SE DEVORAN ENTRE ELLOS GRITANDO EN BAJO LA LUZ QUE CAE A PLOMO EN LAS PLAZAS DE LAS CIUDADES.

PIENSO EN LOS BUCADORES DE RAROS Y RAREZAS, YO MISMO EN OCASIONES, PERO MÁS JOVEN. AHORA PREFIERO EL REBUSCO EN MI HETEROTECA, FRUTO DEL JAPONÉS TSUNDOKU

tiburcio de redín, soldado y misionero

o que en el curso de la misma le entrega una cadena de oro que llevaba puesta.

fue una de mis lecturas infantiles.

Pero un asombroso suceso puso término a todos esos choques de personalidades; tras dos meses de preparación, el 26 de julio de 1637, el barón de Bigüezal tomaba el hábito de novicio de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, en la que cambiaría su nombre a fray Francisco de Pamplona.

La drástica decisión causó general estupor, no solo por lo brusco del cambio, de una condición a otra tan opuesta, sino por las particulares características del futuro hermano lego. Lo cierto es que tenía un temperamento endiablado. El marqués del Amparo, descendiente suyo, le describe como «iracundo». También es retratado como «libertino, jugador, camorrista, burlador de la justicia, pendenciero, despótico con los inferiores, altanero con los iguales, irreverente con los superiores». De «hombre tremendo y desbaratado» le calificó un mesonero, que sufrió sus iras.

PAMUK Y SU MUSEO EN ISTAMBUL

acía más de dos meses que no entraba en mi cuarto de trabajo o de jugar, hsbría dicho Nreruda, pero no soy Neruda y mi cuarto es ese del que hablo en VVIAJE ALREDEDOR DE MI CUARTO (2022)LOECHABA EN FALTA, LIBROS Y CACHIVACHES. DESDE EL LUGSR DONDE ME ENVONTRABA:UNA HABITACIÓN HOSPITALARIA, ES DECI , FUERA DE MI VIDA DE TODOS LOS DÍAS Y SUS RUTINAS AMABLES Y RECONSTITUYENTES. ESACRIBIRE DE ESAS SEMANAS DE INTERNAMIENTO. NO ES FACIL. ENSEGUIDA TE GANA LA POMPA. LO DE LOS NO LUGARES ME SUENA A MANDANGA SORBONIENSE.

A MI REGRESO ME HE ENCONTRADO ESE LIBRO DE PAMUK EPIGRAFIADO CON UNOS VERSOS DE MONTALE EN LOS LIMONES:

EN ESOS SILENCIOS EN LOS QUE LAS COSAS SE ABANDONAN HY PARECEN APUNTO DE CERCANAS A TRAICIONAR SU ÚLTIMO SECRETO.

AHORA MISMO ESCRIBO DE RECUERDOS LITERARIOS, ESTO ES DE LOS LIBROS LEIDOS QUE EN PARTE ME HAN HECHO Y DE SUS SUS AUTORES, TORE, CUYA INFLUENCIA NO NIEGO. LIBROS Y FETICHES CONFORMAN UN ROMPECABEZAS AUTOBIOGR´FICO. VEREMOS EL RESULTADO

MMM

Mojigangas barojianas

Vaya este comentario al hilo de un artículo publicado hoy en el diario, progresista, Público a propósito de una mojiganga política montada en Madrid por unos bribones sobre la chepa de Pío Baroja.

No me meto con quienes disfrutan de la lectura de la obra de Baroja y por lo que se refiere a los homenajes, saraos y mojigangas de las instituciones o de cuadrillas de granujas al alboroto festivo, diré que me importan un bledo. Allá cada cual con sus farras, sus películas y sus negocios (que lo son).

Dicho esto, añadiré que lo publicado por Público es de una falta de rigor lamentable: Baroja, paladín de la libertad y hombre humilde y errante, fue antisemita con crueldad (episodio de los judíos rumanos en «El hotel del cisne») y que lo fueran muchos no es excusa para los disparates ofensivos que escribió hasta muy tarde, estudiados al detalle por un profesor holandés; calumnió sin riesgo a personajes de la República en papeles publicados y en inéditos, e injurió a todo aquel que le caía mal y no podía defenderse por haber fallecido (Valle o Solana por ejemplo); silenció a todo el que podía hacerle sombra siquiera de lejos con una falta de empatía que da risa; mintió a placer sobre su vida y milagros (hay que leer los trabajos del profesor Mikelarena sobre el episodio de Santesteban/Bera), afirmó con desprecio no haber votado nunca, pero que fue a votar en el referéndum franquista de 1947 (documentado de su puño y letra: BNE), fue antidemócrata, antisocialista, anticomunista y apoyó de manera expresa de la dictadura del general Primo de Rivera, se colocó en la solapa la insignia nazi que le envió su amigo el suizo Schmitz cuando fardaba por exótica y se benefició de la jerarquía militar aristocrática de los alzados (Sánchez del Aguila Mencos por ejemplo) y de jerarcas falangistas del Diario de Navarra (Uranga), y hasta carlistas, de la mano de Ignacio Baleztena en el 38; anduvo, también en el 38, brazo en alto en Salamanca; urdió el albondigón de Comunistas, judíos y demás ralea, según él mismo escribe (con apoyo de correspondencia) en papeles inéditos que publiqué sin problemas en 2007 (Tiempos de tormenta); como no estoy seguro por no poder cotejar lo que me gustaría –un libro primerizo y dedicado del chileno Salvador Reyes con notorios subrayados que estaba en la biblioteca de Itzea y algunos de sus relatos tardíos–, no le acuso de plagiario; fue desagradecido con quienes le ayudaron en momentos difíciles (la familia García Larrache: en París y en Bayona), envidioso y resentido… lo de los jefazos republicanos yéndose a América con furcias a gastos pagados (y sus hijos hasta con máquinas fotográficas) es indecente, ya lo conté en uno de mis ensayos… puedo seguir… las casi 2000 páginas escritas sobre él con apoyo documental me avalan.

El propio Baroja dijo que que lo mismo que había escrito «hombre humilde y errante», podía haber escrito orgulloso y sedentario: una de sus muchas patochadas.

¿Que le quieren hacer hijo adoptivo del país de los Mandingas? Que le hagan, pero no pienso cantar el Ba-ro-já, gure patroi handia! porque estimo que, además de devocionarios y hagiografías (genuino estilo español de la biografía me decía Ian Gibson un día que hablamos de estos negocios), conviene asomarse a páginas críticas, escritas al margen del dictado de la famiglia o del hampa académica y sus cuadrillas, y si se tiene tiempo y ganas huronear por bibliotecas, hemerotecas y archivos…

Ah, se me olvidaba, me gusta mucho, pero mucho Silvestre Paradox y considero magistral la trilogía de La Busca, Aurora Roja y Mala Hierba, pero el autor es quien se puso en escena y no otro.

Un sermón de alta mar

UN SERMÓN DE ALTA MAR

         Tengo por costumbre leer todos los años por estas fechas el Sermón de Navidad de Robert Louis Stevenson, escrito en 1888, en alta mar, a bordo de la goleta Casco, rumbo a Polinesia. Ese es un texto breve, que ha envejecido bien y no presenta arrugas (lo mismo sucede con los Ensayos de Montaigne),  y sobre todo que nunca me decepciona. Lo escribe alguien que se ha embarcado con intención, tal vez, de dar con el mítico tesoro de la catedral de Lima, alguien que va al encuentro de la plenitud de su vida en Samoa y de su muerte anunciada –esa «Pálida Muerte que nos acecha en silencio año tras año»–, no alguien que ha desertado y se refugia en un conformismo que de senequista tiene poco. Rara es la ocasión en que en esa lectura no encuentro matices nuevos y con ellos motivos de reflexión. Los años que pasan colaboran a los hallazgos, sin duda. De más joven me fijaba en esa página en la que, de cara a los balances y propósito de Navidad y fin de año, el abogado de la juventud aconsejaba felicitarse por no haber sido peores, un consejo que parece algo cínico y sin embargo no es más que una forma de evitarse mañas de Tartufo y amarguras rituales, huecas como saco de humo. En otra ocasión, la reflexión sobre la propia vida y sus negruras  vino de la mano de su afirmación de que la cordialidad y la alegría son obligaciones incondicionales y preceden a cualquier norma ética que tenga de verdad en cuenta al prójimo. 

Algún año más sombrío que otro, el lápiz se fue detrás de esas palabras con las que Stevenson sostiene que el fracaso forma parte de nuestra vida y destino, y conviene aceptarlo como parte de estos. Cuando sientes las vergüenzas inevitables del vivir a brincos, el autor de este sermón, junto con otras hermosas Oraciones de Vailima,  recuerda que el vivir correctamente es un arte precario y es probable que al final no estemos satisfechos con nuestros logros. Consuelos, sí, pero no banales porque van acompañados de aquel intenso y contagioso entusiasmo que iluminaba todas sus páginas. Entusiasmo y alegría de vivir, y ese propósito de no ensuciar el bosque de la vida por el que hemos pasado como vagamundos; si acaso mejorarlo en la medida de nuestras posibilidades.

         Hace ya unos años (pocos) que le doy vueltas a un comentario que hace Stevenson a un episodio relatado por Tácito en sus Anales, cuando habla del popular general Germánico en la época en que estaba con sus legiones en los bosques de Germania, que si no es rigurosamente histórico tiene una hermosa intensidad poética. Los legionarios veteranos se amotinaron por los muchos años de servicio ya prestados, y manifestaron su deseo de regresar a sus casas y tierras de origen porque ya habían servido lo suficiente. El motivo lo expresó un legionario cogiendo la mano de Germánico y haciéndole pasar sus dedos por sus encías descarnadas: habían perdido los dientes en años de luchas, privaciones e inclemencias, y ya no podían masticar el pan de los campamentos. Servir o no servir y aceptar que es muy posible que no se llegue a conseguir logro alguno, ni trofeo. No se trata tanto de probarse en un campo de batalla, sino en el bregar diario por la propia subsistencia. Hermoso, cierto, pero complicado, la mala cara asoma sin que la reconozcas en el espejo, junto con las rumias, su pariente cercano.

         Quien ese sermón escribe tampoco podía masticar como un veinteañero, su salud era más que  precaria, pero seguía en el camino de la escritura, contra viento y marea, contra la fiebre de la tuberculosis y las hemorragias,  como si fuera montado sobre sí mismo, calzado con aquellas botas herradas que usa en Vailima (se ven en las fotografías de los años finales) que sugieren caminatas, las que se exhiben en una vitrina del museo de los escritores de Edimburgo. Cansado o no, decepcionado o no, habiendo dejado la búsqueda del tesoro de la catedral de Lima para mejor ocasión, si es que la emprendió alguna vez, con toses, tragos y tabaco, sigue escribiendo cuentos y baladas, novelas que quedarían inconclusas, una correspondencia imponente, con Henry James, Marcel Schwob que viajaría a Samoa años después de la muerte de su admirado advocatus iuventutis (abogado de la juventud).  La vida se le escapaba a bocanadas, pero la escritura era irrenunciable, vivir era seguir en la brecha, hasta el último aliento, con el corazón en su sitio.

*** Artículo publicado en el diario El Imparcial, de Madrid, el 27-XII-2022