
«Pero ¿Qué importa la infamia si las monedas están a salvo» y luego «Atrévete a algo digno de la minúscula Giaro* y de la cárcel, si quieres ser algo. La probidad es alabada y tirita. A los crímenes se deben los jardines, las casas de campo, las mesas, la plata antigua, y el cabrón en relieve de las copas»… Eso escribe Decimo Junio Juvenal en la primera de sus sátiras en la que da multitud de ejemplos que le hacen hervir su hígado reseco y le empujan a la sátira… Juvenal nació hace casi dos mil años, pero sus personajes, sus hipocresías, desvergüenzas, delitos suenan a gente de hoy, en lo público y en lo privado exhibido en busca de aplauso de los iguales. Juvenal un moralista y un terrorista digamos. No tiene desperdicio y sí las carcajadas aseguradas.
*Una especie de isla de Juan Fernández romana para uso carcelario. La versión es de Roberto Heredia para la edición de las Sátiras en la UNAM mexicana (Bibliotheca scriptorvm graecorvm et romanorvm mexicana)
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