
Vuelvo a menudo a la carta de despedida del eminente neurólogo y escritor Oliver Sacks, en la que, comentando un hermoso texto de David Hume y refiriéndose a su propio anunciado fin, dice:
«De pronto me siento centrado y clarividente. No tengo tiempo para nada que sea superfluo. Debo dar prioridad a mi trabajo, a mis amigos y a mí mismo. Voy a dejar de ver el informativo de televisión todas las noches. Voy a dejar de prestar atención a la política y los debates sobre el calentamiento global.
No es indiferencia sino distanciamiento; sigo estando muy preocupado por Oriente Próximo, el calentamiento global, las desigualdades crecientes, pero ya no son asunto mío; son cosa del futuro. »
Distanciamiento, desapego, escritura… Por fortuna no puedo quejarme de mala salud, pero la barra de la taberna de los cuatro gatos está, me temo, muy gastada.